La expresión es de esas dichas 'recurridas'. Suena bien y libera de la carga subjetiva a favor de la impersonalidad gramatical. Al menos, si nos planteamos el discurso desde un planteamiento no-patafísico, es decir, desde el menosprecio de lo que hay alrededor.
Mi filosofía la elevaría, sin dudarlo, sobre esta magnífica expresión a la que nadie alcanza, como nadie alcanza la verdad de la vida. Las anclas que otras expresiones lanzan al vacío creado carecen de la fuerza que plantea elevar un discurso sobre el vacío real.
La trama se complica cuando 'se dice' es, contrariamente al presente plural cortés, una descortesía hacia el discurso, pues suena a abandono. Personalmente, evito siempre que puedo el abandono, pero no haciéndome responsable de todo lo que el animal pueda hacer, pues no soy yo mismo. Podría responder de sus actos y maneras, pero nunca aceptar que se me achacasen. Por eso sueño con alguna fórmula mágica con la que 'abandonar' al animal de forma pública manteniéndolo uno en su privacidad.
Eritis sicut dii podría ser ese gran conjuro que nos hiciese ver cómo el lenguaje abandonado en 'se dice' sigue mantieniendo una identidad; que escuchásemos palabras y no el discurso del autor.
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