01 diciembre 2005

Reflexiones genitales.

La Rabadilla! se describe a sí misma a través de una cita bíblica: "Eritis sicut dii". Ya la hemos comentado en otra ocasiones, pero no está mal eso de recordar (sobre todo si nos referimos a tan grandes textos como La Biblia). Recuperemos toda la situación:


Replicó la serpiente a la mujer: "De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal." Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomo de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores. Génesis 3, 4-8


Este es un texto terrible que queda muy deslucido en el Corán. Es tratado 3 veces, en las Suras 2(35-39), 7(19-22) y 20(120), siendo Adán el que escucha al Demonio y pecando por desatender la palabra de Dios:


Habíamos concertado antes una alianza con Adán, pero olvidó y no vimos en él resolución.
Y cuando dijimos a los ángeles: "¡Prosternaos ante Adán!" Se prosternaron, excepto Iblis, que se negó. Dijimos: "¡Adán! Éste es un enemigo para ti y para tu esposa. ¡Qué no os expulse del Jardín; si no, serás desgraciado!
En el no debes sufrir hambre ni desnudez,
ni sed, ni ardor del son."
Pero el Demonio le insinuó el mal. Dijo: "¡Adán! ¿Te indico el árbol de la inmortalidad y de un dominio imperecedero?"
Comieron de él, se les reveló la desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín. Adán desobedeció a su Señor y se descarrió. Sura 20 1150-120


Ambas citas ilustran perfectamente el porqué en la época de la Razón se prefería el Islamismo al Cristianismo. En el Corán, comer del árbol prohibido supone el acceso a un poder que condena al hombre sólo por no escuchar a Dios. En la Biblia, este gran poder que nos permite ser como dioses es un grave problema para el propio hombre. El Dios Islámico nos echa del Paraíso con una consigna: "Si, pues, recibís de Mí una dirección, quien siga Mi dirección no se extraviará y no será desgraciado." El Dios Cristiano nos echa dándonos sólo un traje de cuero y un par de losas con las que cargar (los dolores del parto para la mujer y el deber de labrar la tierra yerma para el hombre). Está claro que tomando una decisión racional, lo más cómo es saber que por un lado tienes una fuente de poder infinito (la Razón que dirían los ilustrados) y por el otro una fuente de piedad y felicidad infalible.

Pero el hombre español, gracias a que tiene una cultura de origen cristiano (y a las clases de Religión esas que tan poco nos gustan) no escoge el camino de las dos vías, sino el complicado complicándolo. No nos llegaba con los problemas originales y tuvimos que hacer una paella con todas las posibilidades. Nos enfrentamos a la vida convencidos de que hay un orden de las cosas y nos esforzamos en alejarlo lo suficiente como para que no nos someta. De este modo podemos hablar de aquello que apenas queremos mirar con la posibilidad de fantasear sobre su forma. Nos aferramos a eso que Ortega llamaba el ratiovitalismo convirtiéndolo en el orden racional del mundo visto desde la barra de un bar.

Somos incapaces de reconocer que el medio que nos rodea nos es lo suficientemente lejano como para no estar al alcance de nuestras manos mientras nos forma. La realidad es que ya no vivimos en el Paraíso aquel donde teníamos todo lo que necesitábamos para vivir con el nombre que nosotros le poníamos; pero tampoco tenemos ante nosotros a una única mujer que nos complementa sino que tenemos que buscarla.

El imaginario existencialista y la velocidad del XX, nos lleva a pensar en que a través de nuestras acciones individuales es como se escribe la Historia. Nos implicamos en nuestra realidad de forma pasional, saltamos las barreras que, a diferencia de los criterios éticos, debieran estar grabadas en losas de piedra para introducir en nuestra intimidad nombres ajenos con los que nos complementamos de forma... ¿antinatural?. Vamos, para que lo entiendan; ¿cómo se puede vivir haciendo boicot al estatut? Y para que no se me desmanden; más preguntas: ¿Cuántas posibilidades hay de que al escribir la palabra Estatut la gente piense que estoy dando mi opinión sobre un asunto de candente actualidad? ¿Podrán hacer el esfuerzo?

Me parece muy acertado aquello de que "El amor es lo que permite a dos personas aburrirse juntas". Si el aburrimiento fuera la eterna potencia del "poder hacer algo", estaríamos hablando de que el aburrimiento es la Vida. Uno no se aburre cuando tiene que hacer algo, no se aburre cuando está leyendo, no se aburre cuando está muerto. El aburrimiento es un estado maravilloso que abre miles de ventanas ante el individuo... o tal vez todo sea una forma de justificar lo imbéciles que nos sentimos ella y yo cuando, tumbados o sentados uno al lado del otro nos tenemos que plantear el hacer algo para no ser patéticos. Con lo bien que se está en silencio, acompañado, sabiendo que no callas porque no hay orejas ni porque no tienes nada que decir, sino porque quieres aburrirte, abrir la posibilidad de que se pudiese dar la más bella conversación, la más poética, la más verdadera, la que no sufre de la gramática que un día nos sirvió para escribir en plural una palabra que no lo tiene: Dios. Si no fuera por lo maravilloso que es estar aburrido, ¿por qué razón iba a querer ser Dios Eterno?

El español no parecer tener intenciones de esforzarse en eso del Amor, más que nada, por no aburrirse; mejor que no pueda pasar algo especial. Nos llenamos la boca gratuitamente o escribimos todos los días en nuestros blogs. Ese es el famoso vitalismo español, el que hace que no estemos callados salvo cuando tenemos algo realmente importante que decir; ¿cuántas veces somos capaces de decir 'te quiero' o 'lo siento' o 'gracias'?. Parece una tontería, pero en mi estancia francesa, una de las cosas que más me marcó fue lo de decir gracias por todo; me parecía una imbecilidad desperdiciar esos momentos de bromas socarronas con agradecimientos.

Sí, es maravilloso, tenemos ganas, somos pasionales, nos echamos al toro; y si somos los primero es despotricar contra las Corridas es por lo que nos gusta echarnos para adelante con nuestras sangre caliente. Es de agradecer una tradición como la siesta que nos permite estar durante el doble de tiempo al día en trances de despejarnos y dar rienda suelta a nuestra vitalidad. Abrimos la boca y soltamos nuestra sangre caliente, nuestro desparpajo en la carrera de ser el más Señor de todos, el que le echa más cojones, el que suelte la frase más graciosa del Bar. Un grato ejemplo, el del buen charro que con ojo clínico resuelve los problemas del país: "Lo que pasa en España, es que el 85% de la gente vive de puta madre. Bueno, tal vez sólo el 80%". Claro que uno no puede reaccionar ante algo así más que aburriéndose; abriendo la posibilidad de que se pudiese expresar de forma comprensible para el vital pensionista el placer estético de su comentario.

Es por esto que, desde mi génesis me reconozco como un pseudo, como "ser un poco porque lo que hay no me permite estar del todo". Así uno puede disfrutar de las maravillas de la gramática sin necesidad de estar simple y magnificamente aburrido. Oh, sí, estoy insinuando que si escribo en un blog es porque soy español tal y como pone en mi documento nacional de identidad. ¿Pero acaso no nos damos sólo cuenta de lo idiota que suena lo que hemos dicho cuando ya pasó? Pues así mismo, aprovechando para escribir, para ser como un Dios, intento ir manipulando y dando forma a lo que realmente hace que valga la pena no estar callado.

1 comentario:

iago dijo...

¿Acaso no sería genital el adjetivo aplicable a génesis?

Estado pasional-racional, en el que uno a entrado desde hace algún tiempo, en busca de si realmente podría hablar más allá de lo español. ¿Es posible no pecar del ombliguismo propio de mi cultura?