26 octubre 2005

Nace un niño

Cuando se sabe que un niño va a nacer, la vida se llena de ilusión y de poesía. Toma cuerpo aquello que intuíamos mucho tiempo atrás, que aquel sentimiento inabarcable, intenso, poderoso, capaz de elevarnos de nuestra materialidad física para soñar en paraísos donde la comunicación es total, donde los deseos, los sueños y esperanzas se unen como las aguas de los ríos. Se materializa el poema que abarca todo lo que nuestro corazón puede sentir; lo que nuestra alma puede desear, lo que nuestra esperanza se atreve a pensar, se materializan en una vida que sin dejar de ser nuestra comienza su andadura.
No puedo resistirme a este milagro que no se limita a asegurar nuestra permanencia sobre la tierra, mas nos engrana en la trama de prolongar nuestro ser, de continuar nuestros sueños, de avivar la fantástica aventura de la humanidad de ir todos juntos, por relevos, generación a generación, conquistando el planeta, poniendo la naturaleza a nuestro servicio y dando cumplimiento a nuestro destino.
Nace un nuevo ser y los padres saben que va a seguir el camino, que va a prolongar en una particular resurrección sus estelas sobre el planeta. No va seguir los pasos de sus mayores que ya nos recordó el poeta que “no hay camino, se hace camino al andar”, pero en el zurrón va a llevar amorosamente acumulado toda la ciencia acumulada, transmitida e intuida de los que le han abierto la puerta de la vida.
La historia tiene páginas gloriosas y capítulos oscuros pero mientras una mujer y un hombre sientan la magia de eternizar su cariño en los descendientes la lucha contra el destino nos llevará a la victoria.

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