25 septiembre 2004

'Legendas'

Me encanta cierto momento de Las palabras y las cosas de Foucault; en él se tratan las leyendas como ''legendas', como 'lo que se lee'. Con ello, no creo que se tenga uno que replantear el valor de las leyendas como 'texto' sino el valor de la 'lectura'.

Hoy, mientras compraba pan, había una señora escogiendo qué revista llevarse; se decantó por la Cosmopolitan. Imagino que todos habremos leído alguna vez tremenda revista con una buena sonrisa en la boca: los impresentables tests, la jugosa sección de sexo, las historias irreales, las entrevistas y las infinitas apelaciones a 'mi chico'. Pero claro, todo eso que cuenta tiene su valor según quién lo lea. El lector que repudie del mundo ese fantasioso de chicas super-guays-sifilíticas-de-piernas-interminables se lo pasará bien, e incluso tendrá la sensación de que conecta con la persona que escribe lo que lee; que ambos son cómplices de crear un mundo imbécil del que están bien protegidos por su 'simplicidad'. Pero siempre me pregunto que pasa con el lector que acude a la Cosmopolitan como algo que no sólo se lee... sería tan peligroso como el que acuda a Rabadilla! pensando que lo que aquí se comenta son cosas razonadas y no simplemente textos que intentan tener sentido. Esa señora del kiosko me hizo pensar en lo difícil que tendría que ser su vida si creyese en lo que comenta la Cosmopolitan, pero luego, vi más claro otro problema; que acudiese a Cosmopolitan como el lector repudiador -siempre que nos parezca una palabra acertada-.

Siendo políticamente incorrecto, diré que la señora no era para nada estilosa. No me fijé demasiado en ella pendiente de ofertas de películas, pero recuerdo detalles como que le rozaban las ingles al andar con movimientos tonelete y que aún estando vestida con ropa de andar por casa -chandal de algodón azul, diadema elástica recogiendo un alborotado pelo- no se la veía con ese aura especial que tienen las personas estilosas. Además de la Cosmopolitan y el pan se llevó unas cuantas gominolas. Esto nos permitiría plantearnos un bonito prejuicio sobre ella, ¿no?; pues quedémonos con él para plantear un par de situaciónes:

1- Como en las películas es una más de las que está descontenta con su cuerpo y querría ser la más bella de todas. Tiene la casa llena de fotos de musculosos hombres e intenta sin voluntad ninguna todas las dietas milagrosas.

2- Resulta que es una lectora repudiadora de lo que se cuenta en la Cosmopolitan; no una persona feliz y segura consigo misma, sino una simple lectora repudiadora. Se ríe de lo que cuenta la Cosmopolitan que no es más que una revista para jovenzuelas. Es feliz con su vida y no le importa perder su tiempo con una publicación de ese estilo, es más, es un tiempo que disfruta.

De la situación 1, los problemas que se nos ocurrirían son los que vemos en todas la películas de Antena 3 del mediodía (abulimias, suicidios, operaciones, cuentos de princesas...) no vamos a ser más originales que los Originales Guionistas. Personalmente, nada preocupante ya que por lo menos, la lectora, tiene una vida. Más o menos desgraciada, pero finalmente tiene una vida 'real' de la cual no se hace especialmente cargo y con la que puede que no haga daño a nadie.
Lo que me preocupa es la situación 2, en la que todos nosotros, lectores repudiarodes dejamos de lado nuestra vida a favor de una supervida. Una supervida juzgadora como Dioses de lo que le pasa a los demás. Esas jovenzuelas que leen la Cosmopolitan... pfff... Pero el caso es que nos ganan ya que sus decisiones (color de la sombra de ojos, por ejemplo) son siempre buenas; pues tienen un modelo que 'respetar'.
Recordaremos en este momento el subtítulo de Rabadilla!: Eritis sicut dii; que hace referencia a un escolástico, Pedro Damien quien era un anti-dialéctico radical. Se burlaba del principio de no contradicción y asociaba la gramática con el Diablo; un tipo muy listo. De él tenemos que aprender que la lectura sólo nos aporta 'legendas', nada más, ni conocimiento ni leches. El lector repudiador, es uno de esos demonios que ha abandonado toda senda para ser Juez y parte, sin nada a que atenerse más que a sí mismo.

Las leyendas, las hay en todos los ámbitos, el problema es cuando pensamos que somos más que las mismas y no nos 'bañamos' en ellas. Es decir, cuando carecemos de 'estilo', que no es una determinada forma de andar o vestirse; el 'estilo' está presente siempre en nuestras vidas cuando son humildes, acordes con lo que nos rodea sin ser agresivos con el medio que a fin de cuentas nos permite vivir. El problema de si el 'estilo' está degenerado o no, es otro, pero de que haga falta un 'estilo' -sin necesitar llamarse 'estilo'- no tiene discusión posible; las supervidas carentes de 'estilo' son como granos bien hinchados y escocedores. Como todo, hay que revisar los problemas desde la raíz, que haya chicas recogida por la idea de vida Cosmopolitan rompiéndose la cabeza porque tiene un novio idealmente estúpido, que haya 'estilos' pérfidos, no implica que los 'estilos' sean malos. Y aún menos implicado está el reconocer los 'estilos' de los otros con carecer uno mismo de 'estilo'. Porque el lector repudiador, finalmente, también tiene su 'estilo', o al menos, lo está tipificado.



PS - En la Canción "Mojándolo todo", Aute propone de forma acertada una feliz visión del sexo según mi entender. Por lo menos, me recuerda lo diverto y natural que puede resultar.

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