El pasado 1 de Mayo de 2006, se ha aprobado por la ISO un nuevo estándar, el ISO/IEC 26300. Esta nueva norma se refiere a los documentos ofimáticos (documentos de texto, hojas de cálculo, presentaciones, diagramas, plantillas y bases de datos). La adopción de este estándar supone un gran avance para que la sociedad de la información sea más justa. Y no hablo de justicia a nivel moral, sino de un ámbito práctico.
Les propongo tres ejemplos reales para comprender alguna de las ventajas que este estándar introduce en el día a día de los usuarios, sin entrar en asuntos técnicos, legales y morales donde también habría que señalar muchas cosas interesantes.
Cuando salió el Word 97, Microsoft cambió el formato con el que se archivaban los documentos de texto. Esto supuso que muchos usuarios, tras actualizar su software se viesen incapacitados para acceder a todos sus trabajos realizados en anteriores versiones del programa.
Un formato estandarizado como OpenDocument - ISO/IEC 26300, nos protege, a los usuarios, de esta situación. Las especificaciones de cómo se manejan los archivos están controladas por un organismo internacional independiente. Todas sus modificaciones se han de realizar de forma transparente, garantizando que no se produzcan incompatibilidades con versiones anteriores.
Este mismo problema sucedería con las opciones de cifrado y blindaje de la información que nos ofrecen muchos programas actualmente programas. Cuando acudimos a los sistemas de protección de datos en formatos de archivo cuyas especificaciones las controla una empresa, con la desaparición de la misma podemos perder también toda nuestra información cifrada. Con un formato estándar, como OpenDocument, siempre podremos recuperar la información si conocemos la contraseña o poseemos la firma digital apropiada.
El escándalo producido por la rotura de la retro-compatibilidad del Word 97, hizo que la empresa responsable introdujese el soporte para formatos antiguos en las revisiones posteriores del producto. Pero, ¿qué habría pasado si la empresa hubiera desaparecido o no aceptara su responsabilidad? Todos los textos creados con versiones anteriores seguirían siendo inaccesibles desde los nuevos productos y sería necesario recurrir a versiones abandonadas del programa, algo que no resulta seguro por la falta de soporte.
Cuando un formato ha sido estandarizado, en especial cuando se convierte en una norma ISO, toda la información necesaria para acceder a los contenidos que se guardan en él es de dominio público. Siempre estará a nuestra disposición la información necesaria para poder seguir accediendo a ellos, más allá de intereses económicos o privados, ya que no se trata de un 'secreto empresarial'.
(Hoy por hoy, en las bibliotecas y archivos electrónicos, ya se recurre a un formato ISO para digitalizar textos, el ISO-19005, un juego concreto de especificaciones del PotableDocumentFormat o PDF).
Todos hemos recibido algún documento al que no hemos podido acceder porque no tenemos la aplicación necesaria. Esto se debe a la variedad de productos que existen en el mercado. En el caso de la ofimática, tenemos muchos programas que, aún teniendo las mismas funcionalidades (MS-Office, WordPerfect Suite, WorkPlace, StarOffce, Koffice, OpenOffice.org, MS-Works...) usan formatos incompatibles entre sí para guardar la información que manejamos con ellos. De esta manera nos vemos obligados a escoger el mismo programa que usan nuestros colaboradores aunque no resulte óptimo para nuestro trabajo o a recurrir a formatos estándarizados como el PDF, con las limitaciones que introduce en el desarrollo de un trabajo colaborativo. Al mismo tiempo nos volvemos dependendientes de un software concreto para realizar nuestro trabajo limitando las posibilidades de trabajo en terminales públicas.
La adopción/soporte de OpenDocument por todos los desarrolladores de programas ofimáticos, nos permitirá utilizar el programa que mejor se adapte a nuestras necesidades sin que ello implique ningún perjuicio a nuestros trabajos colaborativos ni nos limite para compartir información.
Al mismo tiempo, se romperá el círculo vicioso en el que se veía envuelto el usuario que apostaba por una gama de productos determinada. El uso de formatos no estándar, permite a las empresas desarrolladoras minimizar sus esfuerzos en la mejora del producto; el usuario no los puede abandonar sin perder todo su trabajo anterior. Cuando nuestra trabajo lo guardamos en archivos con un formato estándar, rompemos nuestra dependencia en un formato privado. Los desarrolladores se ven obligados a ofrecer productos de calidad contrastada para conservar sus usuarios.
Podría introducir más ejemplo, pero pienso que estos tres son lo suficientemente importantes para hacer evidente el interés que supone el uso de un formato abierto. Todos debemos alegrarnos de que se haya introducido esta nueva norma que beneficia tanto a los usuarios como las empresas. Su implantación revitalizará el mercado informático al mismo tiempo que protege nuestra cultura y nuestra información. Pero su simple aprobación no basta. Una vez establecido un estándar, es necesario normalizarlo; de nada sirve la estandarización si no la aprovechamos.
Su implantación no va a ser inmediata; los fabricantes de software son reticentes porque les obliga a mejorar sus productos con la recuperación de una libre competencia a cuya falta se habían habituado. Todavía no es un formato soportado por la mayoría de los programas, ya que muchos han esperado a la aprobación del formato por la ISO para comenzar a plantearse el adoptarla o no.
Algunas compañías apuestan hacia la pasividad de los usuarios, ya sea por falta de información o de interés, para que la transición a este nueva realidad en la sociedad de la información sea lo más lenta posible. En especial, las que, con un buen posicionamiento en el mercado, sacan más beneficios del sistema de negocio actual. Empresas cuyo interés es que no se introduzca un formato para los documentos que no puedan controlar ya que saben que es la mejor cadena para tener atados a sus usuarios. Pero el formato OpenDocument ya está siendo adoptado por gobiernos y universidades, su imposición parece inevitable.
No os quiero recomendar ningún producto Ofimático en concreto como está
haciendo mucha gente, porque para mí, lo importante, no es que se use uno u otro. Lo que os pido es que seáis conscientes de la situación y actuéis de forma consecuente.
Cuando llegaron los CD-ROM, se implantó un estándar ISO para su lectura, el ISO 9660, un gran beneficio para los usuarios que podían acceder a los datos grabados en un cederrón desde cualquier dispositivo. Con el video doméstico y sus múltiples formatos (VHS, Beta, Video2000...) había pasado todo lo contrario; mientras un formato se popularizaba, los otros llevaban a sus usuarios hacia un gueto cada vez más aislado. Debemos evitar vernos envueltos en una nueva batalla empresarial en la que no tenemos nada que ganar.
Lo que les propongo, es que se informen sobre los productos ofimáticos que usan habitualmente. Comprueben que van a dar soporte a este nuevo estándar, y, de no hacerlo, que lo pidan porque están en su derecho. Muestren su interés por ello, una pequeña nota en un correo electrónico a los servicios de atención del cliente del desarrollador del programas puede ser suficiente para que la implantación de estos estándares sea lo más rápida y menos molesta posible.
Y si temen que no se les escuche, no se olviden de que pueden recurrir a la mejor manera que hay para que las empresas les tengan en cuenta, que es acudiendo a otros productos que sí se adapten a sus necesidades. Lo que se suele llamar consumo responsable.
El producto ofimático que uso, me permite acceder a documentos de
prácticamente todas las Suites Ofimáticas del mercado. No es un problema que me afecte directamente, porque me he esforzado en aprender a sobrevivir dentro de la selva de la informática. Pero es un pequeño paso, al alcance de cualquiera, para mejorar el acceso a la sociedad de la información de todos.
1 comentario:
Creo que la anecdota que comentas del Word 97 no es tal... Los ficheros antiguos se podían leer con el Word 97. Lo que no se puede hacer es a la inversa. Lo cual era un gran lío, porque cualquiera que se actualizase de aquellas al Word 97 no podía intercambiar sus ficheros con gente 'desactualizada'.
Y hoy en día sigue pasando. A pesar de que Microsoft dice que no ha hecho grandes cambios entre sus versiones de ficheros, el Word 2003 y el Word XP no se intercambian bien ficheros.
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